tendrá que andar así, como en un barco por los pasillos de la casa, bamboleante equilibrio alterado velocidad era, la prisa era, deprisa se escapó, pero no tan deprisa, la vida era, era un pasillo, ahora sea calma que navega perdida
"Los poetas nos han enseñado cuán llena está la noche de maravillas. La noche de los ciegos también tiene sus maravillas. La única oscuridad sin luz es la noche de la ignorancia y de la insensibilidad. Nos diferenciamos unos de otros, los ciegos y los que ven, no por nuestros sentidos, sino por el uso que de ellos hacemos, por la imaginación y la valentía con que buscamos la sabiduría independientemente de nuestros sentidos. Es más difícil enseñar a un ignorante a pensar que enseñar a un ciego inteligente a ver la grandiosidad del Niágara. He paseado con personas cuyos ojos están llenos de luz, pero que no ven nada ni en el bosque ni en el mar ni en el cielo, nada en las calles de la ciudad y nada en los libros [...] La desgracia de los ciegos es inmensa e irreparable. Pero no nos priva de compartir las cosas que más importan: la solidaridad, la amistad, el humor, la imaginación, la sabiduría. Es nuestra secreta voluntad interior la que gobierna nuestro destino. Somos capaces de querer ser buenos, de amar y ser amados, de creer siempre que podemos ser más sabios. Poseemos las mismas fuerzas espirituales innatas que todos... por consiguiente, nosotros también vemos los relámpagos y oímos los truenos del Sinaí. Nosotros también marchamos a través del páramo y del paraje solitario que nos dará alegría... nosotros también nos dirigimos a la Tierra Prometida para poseer los tesoros del espíritu, la invisible perdurabilidad de la vida y la naturaleza [...] nuestra ceguera no modifica ni un ápice el curso de nuestras realidades interiores. Es verdad que nosotros, los ciegos, así como vosotros, los que veis, accedemos siempre al más bello de los mundos gracias a la imaginación. Si deseáis ser algo que no sois -algo bello, noble, bueno-, cerrad los ojos: durante un instante de ensueño sois aquello que anheláis ser."(fragment pàg. 65-66)
En el nombre de hoy, veintiséis de abril y mil novecientos cincuenta y nueve, domingo de nubes con sol, a las tres -según sentencia del tiempo- de la tarde en que doy principio a este ejercicio en pronombre primero del singular, indicativo,
y asimismo en el nombre del pájaro y de la espuma del almendro, del mundo, en fin, que habitamos, voy a deciros lo que entiendo. Pero antes de ir adelante desde esta página quiero enviar un saludo a mis padres, que no me estarán leyendo.
Para ti, que no te nombro, amor mío -y ahora hablo en serio-, para ti, sol de los días y noches, maravilloso gran premio de mi vida, de toda la vida, qué puedo decir, ni qué quieres que escriba a la puerta de estos versos?
Finalmente a los amigos, compañeros de viaje, y sobre todos ellos a vosotros, Carlos, Ángel, Alfonso y Pepe, Gabriel y Gabriel, Pepe (Caballero) y a mi sobrino Miguel, Joseagustín y Blas de Otero,
a vosotros pecadores como yo, que me avergüenzo de los palos que no me han dado, señoritos de nacimiento por mala conciencia escritores de poesía social, dedico también un recuerdo, y a la afición en general.
Pels esbarzers dels crits la llum no s'esparraca. Si mor -i ha de morir- serà de cansament, i aleshores la nit n'engolirà les restes. Al fons delpou hi haurà, com sempre, estrelles.
"La espalda recta, la cabeza erguida. Nastasha abre la cortina de la ventana y fija la mirada en el grupo de mujeres que de una en una suben a la camioneta que ha venido a recogerlas. Es el atardecer y el parque, lángido pero también majestuoso está vacío, los trabajadores se han ido a descansar y los árboles enormes enmarcan las nueve figuras contra la cordillera. En un instante ya no estarán. Se ha despedido de cada una de ellas. Las ha abrazado y con un murmullo las ha soltado. Recuerda cuando en su infancia en Buenos Aires parió la perra de Rudy. Ella pasaba horas hincada en el suelo observando a los cachorros y le llamaba la atención cómo se necesitaban unos a otros para subsistir. Sería el calor lo que buscaban: se amontonaban, apiñando sus cuerpos, acurrucándose unos contra otros. Un día los tomó, uno a uno, y los llevó a la sala cuya chimenea estaba encendida y los instaló a todos alrededor del fuego. No te entusiasmes con esa imagen, Natasha, le dijo Rudy cuando la encontró tendida en el piso abrazada a los perros, el valor de los humanos es su capacidad de separación, de ser independientes, se pertenecen a sí mismos y no a la manada. Natasha deja caer la cortina. Ya han partido. Las imagina caminando lejos de ella, con el paso más ligero, debajo de las estrellas: no ya las conocidas sino las que están naciendo, producto de la muerte de otras. Al final, se dice, alejándose de la ventana, al final todas, de un modo u otro, tenemos la misma historia que contar."(pàg. 300, Epílogo)
"Mientras residí en la corte desempeñando mi modesto empleo de doce mil en las oficinas de Hacienda, pocas noches recuerdo haber faltado al paraíso del teatro Real. La módica suma de una peseta cincuenta, sin contrapeso de gasto de guantes ni de camisa planchada -porque en aquella penumbra discreta y bienhechora no se echan de ver ciertos detalles- me proporcionaba horas tan dulces, que las cuento entre las mejores de mi vida. Durante el acto, inclinado sobre el antepecho o sobre el hombro del prójimo, con los ojos entornados, a fuer de dilettante cabal, me dejaba penetrar por el goce exquisito de la música, cuyas ondas me envolvían en una atmósfera encantada. Había óperas que eran para mí un continuo transporte: Hugonotes, Africana, Puritanos, Fausto, y, cuando fue refinándose mi inteligencia musical, El Profeta, Roberto, Don Juan y Lohengrin. Digo cuando se fue refinando mi inteligencia, porque en los primeros tiempos era yo un porro que disfrutaba de la música neciamente, a la buena de Dios, ignorando las sutiles e intrincadas razones en virtud de las cuales debía gustarme o disgustarme la ópera que estaba oyendo. Hasta confieso con rubor que empecé por encontrar sumamente agradables las partituras italianas, que preferí lo que se pega al oído, que fui admirador de Donizetti, amigo de Bellini, y aún me dejé cazar en las redes de Verdi. Pero no podía durar mucho mi insipiencia; en el paraíso me rodeaba de un claustro pleno de doctores que ponían cátedra gratis [...] Mi rincón favorito y acostumbrado, hacia el extremo de la derecha, era, por casualidad, el más frecuentado de sabios; la facultad salmantina, digámoslo así, del paraíso." (fragment pàg. 113-114 des conte Por el Arte)
Un paisaje que tenga de todo, se dibuja de este modo: Unas montañas, un pino, arriba el sol, abajo un camino, una vaca, un campesino, unas flores, un molino, la gallina y un conejo, y cerca un lago como un espejo.
Ahora tú pon los colores; la montaña de marrón, el astro sol amarillo, colorado el campesino, el pino verde, el lago azul —porque es espejo del cielo como tú—, la vaca de color vaca, de color gris el conejo, las flores... como tú quieras las flores. De tu caja de pinturas ¡usa todos los colores!
González era un ángel menos dos alas, González era un santo por lo civil, un dandi con un ojo a la funerala, tan rojo tan Oviedo y tan zascandil.
Hilaba en los garitos de mala nota boleros de Machín con Juanín de Mieres: apurando esos güisquis en los que flota la luna de las golfas y los crupieres.
Cuando volvía del extranjero, tan forastero; a las dos no era de día, a las seis ya era de noche, pídame un coche fumando espero y le aplaudían los camareros.
Otoños y otras luces, pan con verbena; su Príncipe de Gales tan Cortefiel; tratado de urbanismo, Juan de Mairena: chicana magdalena, tinta y papel.
Verde por la vergüenza que no tenía, hasta ayudó a Caronte a quemar sus naves, decia que morirse no era tan grave y agonizó en voz baja, por cortesía.
Cuando volvía del extranjero, tan forastero; a las dos no era de día, a las seis ya era de noche, viva el derroche muera el dinero y le aplaudían los camareros.
Cuando volvía del extranjero, tan forastero; a las dos no era de día, a las seis ya era de noche, pídame un coche fumando espero y le aplaudían los camareros.
Así se siente Abril Así se siente Abril Deja que suene la magia Que cante el corazón Sueños de hadas Promesas al amor que llevas dentro Que es parte de este son Que tiene el cuerpo Así se siente Abril
Eso es Abril Un sentimiento Eso es Abril Caricia al viento Luna que aclara el día Y te confía su fiel secreto Y así se siente Abril
Así se siente Abril Así se siente Abril Así se siente Abril Así se siente Abril
"En momentos más frívolos pensaba en convertirme en abogada y lo imaginaba como algo increíblemente interesante y emocionante -y habría sido un buen entrenamiento para mi profesión final-, pero en aquella época las mujeres no estudiaban Derecho, por no hablar de mis carencias educativas. (En aquella fase estaba convencida de que podía aprender cualquier cosa, incluido un nuevo idioma en menos de seis meses). Mientras tanto, me enfrentaba ocasionalmente a la cuestión: ¿Cómo se convierte una en escritora? Escribiendo. Pero lo poco que había escrito no iba bien: no era el tipo de cosas que pueden transfigurarse en un Libro. Así me ceñí al único aprendizaje que pensaba que existía (¿habría pensado hoy en el periodismo?): seguí leyendo. Por favor, Dios, conviérteme en escritora, pero aún no. Cuando intento pensar en aquellos días en el noroeste de Londres, y hace mucho que no los rememoro, parecen haber transcurrido en un bloque, una etapa uniforme. No pudieron ser de este modo. Tuvo que haber algún proceso de crecimiento, fuera cual fuese el nivel alcanzado; la vida se ensanchaba y no sólo por visitar la Nacional Gallery, la Tate o la catedral de Winchester. Aún así, lo único que permanece vivido es la sensación física de vivir en Londres, joven y con el dinero justo. Los autobuses: siempre andaba corriendo detrás, cogiendo o perdiendo el último; la cola para una función... "(fragment pàg. 167-168)
Prefiero el cine. Prefiero los gatos. Prefiero los robles a orillas del Warta. Prefiero Dickens a Dostoievski. Prefiero que me guste la gente a amar a la humanidad. Prefiero tener a la mano hilo y aguja. Prefiero no afirmar que la razón es la culpable de todo. Prefiero las excepciones. Prefiero salir antes. Prefiero hablar de otra cosa con los médicos. Prefiero las viejas ilustraciones a rayas. Prefiero lo ridículo de escribir poemas a lo ridículo de no escribirlos. Prefiero en el amor los aniversarios no exactos que se celebran todos los días. Prefiero a los moralistas que no me prometen nada. Prefiero la bondad astuta que la demasiado crédula. Prefiero la tierra vestida de civil. Prefiero los países conquistados a los conquistadores. Prefiero tener reservas. Prefiero el infierno del caos al infierno del orden. Prefiero los cuentos de Grimm a las primeras planas del periódico. Prefiero las hojas sin flores a la flor sin hojas. Prefiero los perros con la cola sin cortar. Prefiero los ojos claros porque los tengo oscuros. Prefiero los cajones. Prefiero muchas cosas que aquí no he mencionado a muchas otras tampoco mencionadas. Prefiero el cero solo al que hace cola en una cifra. Prefiero el tiempo insectil al estelar. Prefiero tocar madera. Prefiero no preguntar cuánto me queda y cuándo. Prefiero tomar en cuenta incluso la posibilidad de que el ser tiene su razón.
396 - Después de que las últimas lluvias abandobaran el cielo y se quedaran en la tierra -cielo limpio, tierra húmeda y espejada-, la mayor claridad de la vida que con el azul volvió a lo alto y con la frescura de haber habido agua se alegró aquí abajo, dejó un cielo propio en las almas, una frescura suya en los corazones. Somos, por más que no queramos serlos. siervos del momento y de sus olores y formas, súbditos del cielo y de la tierra. Aquel de entre nosotros que más se embreña dentro de sí mismo, despreciando lo que le rodea, incluso ese, no se embreña por los mismos caminos cuando llueve que cuando el cielo está sereno. Oscuras transmutaciones, sentidas tal vez sólo en el interior de los sentimientos abstractos, se producen porque llueve o porque deja de llover, se sienten sin sentirlas porque sin sentirlo el tiempo se sintió. Cada uno de nosotros es varios, es muchos, es una multiplicidad de sí mismos. Por eso quien desprecia el ambiente no es el mismo que el que de él se alegra o lo padece. En la inmensa colonia de nuestro ser hay gente de especies muy diversas, pensando y sintiendo de forma diferente. En este momento en que escribo, en una pausa reglamentaria del trabajo hoy escaso, estas pocas palabras sobre mis impresiones, soy el que las escribe atentamente, soy el que está contento por no tener en este momento que trabajar, soy el que está mirando el cielo allá fuera, invisible desde aquí, soy el que está pensando todo esto, soy el que siente su cuerpo contento y las manos todavía ligeramente frías. Y todo este mundo mío de gentes desconocidas entre sí, proyecta, como una multitud diversa mas compacta, una sombra única -este cuerpo quieto y escribiente con el que me reclino de pie, sobre la mesa alta de Borges adonde vine a buscar el secante que le había prestado.(pàg. 404-405)
Caronte: yo seré un escándalo en tu barca. Mientras las otras sombras recen, giman o lloren, y bajo tus miradas de siniestro patriarca las tímidas y tristes, en bajo acento, oren,
Yo iré como una alondra cantando por el río y llevaré a tu barca mi perfume salvaje, e irradiaré en las ondas del arroyo sombrío como una azul linterna que alumbrara en el viaje.
Por más que tú no quieras, por más guiños siniestros que me hagan tus dos ojos, en el terror maestros, Caronte, yo en tu barca seré como un escándalo.
Y extenuada de sombra, de valor y de frío, cuando quieras dejarme a la orilla del río me bajarán tus brazos cual conquista de vándalo.
"Hablamos de tus, nuestras, angustias existenciales (Sartre, Camus, Juliette Greco); de la amplísima gama de tus miedos, que yo entendía y en parte, sólo en parte, compartía; de los permanentes agobios por problemas de dinero, que me disgustaban por su sordidez y que tú me acusaste en ocasiones, seguramente con razón, de no entender ni compartir lo suficiente; de la conflictiva y claustofóbica relación -agravada por el hecho de que te vieras constreñido durante mucho tiempo por razones económicas a vivir en el domicilio familiar -con tu padre, un pobre hombre, seguramente un hombre bueno (en la edición de La casa oscura, que me habías dedicado desde que nos conocimos, rezaría finalmente la dedicatoria: " A TI, PADRE", y el uso de las mayúsculas me imperdiría establecer con certeza si se trataba del Padre Eterno o de tu padre terrenal, y por cuál de los dos me habías despojado de algo que consideraba mío), y con tu perversa madrastra, medio bruja, que nos remitía a los personajes malvados de los cuentos infantiles (como tantas madrastas de la literatura para niños, detestaba a sus hijastros -en este caso, a su único hijastro, lo que concentraba más su encono-, los hechizaba, los transformaba en animales, los acusaba injustamente de abominables crímenes imaginarios, los enemistaba con los suyos, convencóa al marido para que los abandonada como pasto de las fieras en lo más recóndito del bosque: más próxima a la madre de Pulgarcito que a la bruja de Hansel y Gretel o a la madrasta de Blancanieves, o ¿habría un soterrado impulso erótico que te asemejaba a Hipólito o al casto José, en un transfondo, eso sí, mucho más cutre y que nada tenía de literario?), tan ingenuo eras tú y tan niño, a pesar de tu malicia y de tus maldades."(fragment pàg. 87-88 de Carta a Eduardo-diálogos en la penumbra-)